El doctor Miguel Angel Pereyra, quien se desempeña como Director General de Salud de San Isidro, decidió romper con el aislamiento social, preventivo y obligatorio para juntarse con amigos en un conocido bar de Martinez. Cena, champagne y anécdotas hasta la madrugada para el médico en plena pandemia. Como si fuera poco, es quien coordina la atención de pacientes y formó parte de operativos de sanidad en el distrito.
Con el antecedente de los funcionarios jugando al padel en Pilar, ahora todas las miradas apuntan a San Isidro. Es que la responsabilidad del médico que trabaja en el combate de la pandemia no tolera espacio para las suspicacias y la necesidad de renuncia es inminente: más allá de la posible configuración de un delito, hay una obligación moral de reparar un pésimo accionar de cara a la comunidad.
No se puede pedir que la gente se cuide y sea responsable cuando quien debe ser el primero en combatir el virus hace lo que quiere. Vergonzoso lo de Pereyra.
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